Es por estas épocas navideñas que me pongo reflexiva, a mis 20 años he llegado a la conclusión de que no se puede luchar contra el sistema, por ello que ya no me irritan los villancicos de los “Toribianitos” que colocan las tiendas por departamento, ni me burlo de los individuos que con harto relleno en el cuerpo y una barba falsa, se aguantan los efectos del clima y se colocan en las puertas de las tiendas para darle la bienvenida a los ingenuos infantes, tampoco me molesta que mi madre me exija, desde que me deshago de los exámenes, a armar el nacimiento y el árbol navideño. Nunca lo hago y si viviera sola probablemente tampoco lo armaría.Lo que sí sigo detestando de esta época es el no poder salir ante la cantidad de gente que inunda las calles en búsqueda del regalo ideal o no sé qué cosa y porque los reportes indican que la delincuencia se triplica y los famosos “marcas” están a la orden del día. Por inercia, suena más divertido quedarse en casa a ver Dvd`s como contraataque a la programación navideña de todos los canales de cable. “Christmas is around”
No pienso emular al Grinch, aunque muchas veces quise hacerlo, “Navidad es de los niños” y al fin y al cabo, ya tengo DNI, así que ¿Para qué quejarme?
Probablemente me lo haya tomado en serio en las últimas navidades que pasé en familia y que vi como abrían uno tras otro todos los mocosos sus miles de regalos, mientras mi hemano y yo los observábamos sin nada en las manos más que una copa de champán (Vale mencionar que yo siempre me tomo sus copas ¡Así es!, Navidad también forma alcohólicos en potencia)
Me pregunto si mis sobrinitos, primos de mis sobrinos y sobrinos de mis primos – es decir toda esa generación teletubbie que está en camino- sabrán que esos regalos son fruto del esforzado trabajo de sus papis y no por un viejo panzón que recibe una lista a fin de año y premia a los que se portaron bien – y creo que también a los que se portaron mal-. Escucho decir un: ¡Son Niños no les rompas la ilusión!.
Pues bien, en realidad no sé que tan conveniente sea mantenerlos con una creencia que es destruida al llegar a la pubertad – a veces cuando llegan a la adolescencia, ¡Vaya usted a saber!.
Nunca tuve tiempo de meditarlo a esa edad, sólo recuerdo que cuando esbozaba mis primeros signos de uso de razón mi madre me dijo: ¡Qué Papá Noel ni ocho cuartos, esos regalos son comprados con el sueldo de los papás! Y luego me mostró el escondite donde mi papá guardaba una muñeca. Probablemente lo hizo porque yo insistía e insistía por muchos regalos en tiempos en que eso no era lo económicamente realista. ¡En fin! A temprana edad mi querida madrecita rompió el mito ante mis ojos, cosa que le agradezco pero no sé que tanto los padres de mis amiguitos a quienes corrí a contarles la novedad.
Creo que eso y el decirles que lo que pasaba en las telenovelas era mentira –que las lágrimas de las actrices eran falsas y que la mala en la vida real era buena y la buena era mala, ¡ah! creo que también decir que la voz de macho de los héroes de acción era doblada- me hizo ganar muchas enemistades en la primaria. El mundo de la fantasía simplemente ya no existía para mí.
Como pasó lo mismo con mi hermano, ambos llegamos a la conclusión de que fuimos “Tempranamente castrados por el racionalismo”.
Por eso y muchas cosas más (misma canción navideña) estas fiestas significan para mí un buen motivo para estar reunidos en familia y disfrutar de ese momento. (Bueno y si fuera católica también resaltaría el nacimiento del Niño Jesús pero prefiero ahorrarme la hipocresía).
Sea como fuere, disfruten estas fiestas, son los sinceros deseos de la noctámbula racionalista.
